La Web cada vez nos conoce más y nos habla como una persona
Es porque maneja mayor información del perfil de los cibernautas. El
fenómeno es evidente en redes sociales.
Cada vez que Ana abre su cuenta de Facebook, la pantalla la llama por
su nombre y se pronuncia con cercanía: “Ana, ¿qué pasa?”, “¿Cómo te sentís?”,
“¿Cómo te va?”. En clave de juego, hace unos días ella comenzó a responder. Con
un poco de ironía y otro de real sentido de comunidad, tomó el nuevo lenguaje
de la red social para mostrar su cotidianeidad ante los más de 300 contactos
que tienen acceso a su muro. “Qué me pasa Facebook? Que me quedé dura de la
cintura”, respondió. El invento del joven Mark Zuckenberg no es el único en
entrar en esta nueva manera de vincularse con los usuarios desde un lugar “más
humano”. El femenino Pinterest selecciona y envía cada semana una lista de los
“pines que adoras”, basándose en las elecciones previamente hechas, y el espacio
de música Groveshark detiene su reproducción para preguntarle al
oyente “Ey, ¿estás ahí?”, además de recomendar “en base a tus escuchas
recientes”. La primera lectura pone en evidencia un cambio de paradigma:
Internet parece lanzada a comunicarse como un ser humano con sus usuarios.
“La comunicación desde internet, tanto los e-mail marketing como las
redes, está adaptándose a los gustos e intereses de los usuarios. Internet
aprende cada vez más de nosotros, como si fuera un gran hermano que todo lo observa,
y con ese aprendizaje intenta acercarse, adaptar el lenguaje y humanizarse”,
explica Fernando Cucuscuela, director del Programa ejecutivo de Redes Sociales
de la Universidad de Palermo y fundador de Everypost.
Por su parte, la profesora de la UBA Clara Ciuffoli, autora del libro
“Facebook es el mensaje”, recuerda cómo hasta no hace mucho los términos de la
tecnología eran crípticos, casi matemáticos. “Hoy Internet ya es cada vez más
´para todos´, no se necesita tener conocimientos técnicos para usarla, y eso
implica inevitablemente una modificación en la forma de hablar, para que
cualquiera pueda entenderla. Modificar la lengua es necesario para hacer caer
las barreras cognitivas”, afirma.
Los cambios son recientes, todavía no hay números, estadísticas, ni
ningún dato que indique si todo esto funciona o no. Si le preguntan a la
licenciada en Comunicación Laura Corvalán, ella dirá que esto “no sirve”, que
“por más que Facebook quiera emular un léxico humano, nadie le responderá, la
gente no quiere que la máquina le pregunte cómo está”. Y además marca una
diferencia entre personalización y humanización, que “no son lo mismo, que lo
que no es humano no puede más que sólo llamar al otro por su nombre desde un
programa virtual”.
Los involucrados también hablan. “A mí directamente me molesta que un
software me pregunte mi estado de ánimo o qué quiero; igual con esos mails de
empresas que llegan a montones y con palabras marketineras, y ni hablar de los
avisos que aparecen arriba de mi correo”, dice casi con enojo María Cecilia
Alegre, historiadora, de 51 años.
Otro de los temas pendientes es el fino límite que puede hacer que
alguien se sienta invadido en su privacidad, en el número acotado de gente a la
que permite tener acceso a su vida, su trabajo, opiniones, comentarios y fotos.
María Inés Bertolini, docente de publicidad y mamá de dos nenas, se siente
cómoda en esto: “Me gustan las nuevas tecnologías y no veo esta forma de
hablarme como un exceso de confianza, sino como un interés relativo, poco
genuino, pero bastante creíble”. Flavia Condilio, una murguera feliz de 29
años, sabe con quién se metió y acepta las reglas del juego: “Ninguna red me
invade porque yo soy consciente de que se utilizan muchos datos de los que
ingresamos y elijo usarlas a pesar de eso”. Más allá de estos testimonios,
Fernando Cucuscuela cree que la intromisión en la vida del otro es un tema “muy
delicado que genera mucho rechazo e Internet es muy vulnerable a esto”, pero
también piensa que con el tiempo “se irá asimilando, ya que todos obtendrán
beneficios según sus intereses y recibirán sólo aquello que realmente les
importa”. Y ahí es donde todavía parece haber fallas. Sebastián Martínez, un
plomero de 36 años, no tiene problemas con este nuevo lenguaje, sino con el
constante spam: “Sólo un 10% de los mails de empresas que recibo me son útiles,
en esos no me molesta si me llaman por mi nombre o usan un emoticón; el
problema es la cantidad de cosas que no me sirven”.
Quizás sea el quid de la cuestión: generar un equilibrio entre el negocio
de la Web y lo que las personas buscan en ella.
Fuente: Diario Clarín, POR MARIANA ROLANDI PERANDONES
Lo que me pareció interesante de este articulo es que destaca que cada vez es mas fácil el manejo de este medio de comunicación. Se adaptan a los gustos e intereses de los usuarios. Aunque al ultimo expresa que se debe mejorar para que los usuarios puedan realmente obtener beneficios según sus intereses.
ResponderEliminarNo deja de ser seductor e interesante escuchar que la Web te habla, siempre y cuando esta metodología no te aleje de los contactos face to face y piel a piel con el resto del entorno. No debemos ser tecnofílicos a tal punto de que la adicción nos aleje de las relaciones humanas. Además, coincido que debe mejorarse la seguridad y privacidad en la Red porque en algunas ocasiones resulta peligroso tanto para nuestro ordenador como para nosotros mismos la información que intercambiamos en la web.
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